La educación financiera se configura como una disciplina imprescindible, proporcionando un entendimiento abarcador sobre el funcionamiento del dinero, tanto a nivel nacional como en el ámbito individual o familiar. Además, esta aproximación educativa ofrece las herramientas esenciales para llevar a cabo una gestión prudente de nuestras finanzas personales, con el objetivo de asegurar no solo la estabilidad económica, sino también una elevada calidad de vida.
El núcleo de una gestión eficaz de las finanzas personales radica en la comprensión informada de cómo adquirir, administrar y invertir nuestros recursos monetarios. En este contexto, la educación financiera se erige como el sólido fundamento que nos capacita para recorrer el camino hacia la estabilidad económica. En otras palabras, nos brinda la habilidad no solo de reaccionar ante situaciones financieras adversas, sino principalmente de prevenirlas, evitando, por ejemplo, la descontrolada acumulación de deudas.
Por lo tanto, se hace necesario un conocimiento profundo de los conceptos básicos de la educación financiera y la aplicación práctica de estos preceptos en nuestra vida cotidiana. Cabe destacar que, contrariando la percepción equivocada de algunos, la economía y las finanzas personales no son disciplinas de complejidad insuperable. Al contrario, son áreas bastante intuitivas, accesibles para todos aquellos que buscan comprender y optimizar su relación con el dinero.
Sin embargo, al buscar explorar un campo de estudio desconocido, se vuelve esencial poseer el deseo intrínseco de desarrollar la habilidad de “aprender a aprender”.
¿Qué entendemos cuando hablamos de educación financiera?
Con frecuencia, nos encontramos con discursos sobre la relevancia de la educación financiera; sin embargo, no siempre queda claro su verdadero significado e impacto. No obstante, tanto instituciones nacionales como diversos organismos internacionales, como la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), consideran imperativo elevar la alfabetización financiera de la población.
Efectivamente, en la lista de objetivos gubernamentales, la educación financiera ocupa una posición destacada, como lo demuestran las numerosas iniciativas emprendidas para difundir este conocimiento desde el año 2007.
Según la definición propuesta por la OCDE, la educación financiera constituye un “proceso de mejora de la comprensión de los conceptos e instrumentos financieros”. El meollo de este proceso radica en la comprensión de las oportunidades y riesgos en el ámbito de la gestión financiera e inversiones. Esta comprensión permite que ahorradores, consumidores e inversores tomen decisiones informadas y conscientes, con el objetivo de protegerse contra posibles riesgos.
De manera práctica, podemos concebir la educación financiera como la conciencia necesaria para gestionar el propio patrimonio, una condición esencial para lograr la prosperidad y alcanzar metas financieras preestablecidas.
Por lo tanto, la educación financiera incluye:
- Conocimiento profundo de los instrumentos financieros disponibles.
- Información sobre los productos financieros y las oportunidades presentadas.
- Percepción adecuada de los riesgos financieros involucrados.
- Capacidad para tomar decisiones acertadas en materia de ahorro e inversión.
- Reconocimiento de posibles fraudes y conciencia de los derechos en el ámbito financiero.
Conozca el papel de los padres en la educación financiera de los hijos
Como progenitores, nos encargamos de la noble tarea de educar a nuestros hijos, orientándolos en el camino de la responsabilidad e inculcando los valores éticos que consideramos invaluables. Nuestra misión trasciende la simple preparación para los diversos matices de la existencia, ya sean auspiciosos o adversos. Sin embargo, este trabajo no se detiene aquí.
Es imperativo, además, proporcionarles una comprensión del intrincado universo económico que los rodea, de modo que estén capacitados para gestionar sus recursos financieros y se conviertan en consumidores perspicaces y bien informados.
Esa es la esencia de la educación financiera: inculcar nociones económicas y financieras en los más jóvenes, adaptándolas según nuestro estilo educativo y valores intrínsecos, pero, sobre todo, teniendo en cuenta la edad del niño.
Esta misión se puede concretar mediante estrategias como juegos de mesa, asignándoles responsabilidades en ciertas transacciones cotidianas, proporcionándoles una mesada que requerirá habilidad en la administración, o estableciendo una cantidad máxima para gastar durante un día de compras.
Se deben implementar diversas prácticas desde temprano, para inculcar en los hijos comportamientos adecuados, propiciando el desarrollo de hábitos financieros saludables y la conciencia del valor del dinero, crucial para lograr la estabilidad a través de la educación financiera.
5 pilares esenciales de la educación financiera
Los fundamentos de la educación financiera se basan en cinco pilares fundamentales: control de gastos, economía, planificación, aplicaciones/inversiones y la comprensión de por qué ahorrar. Vamos a explorar cada uno de estos cimientos en detalle:
1 – Control de Gastos: La gestión de los gastos requiere una profunda autoconciencia sobre los gastos. Nada es más eficaz para controlar los gastos que documentarlos meticulosamente. Estos registros se pueden mantener manualmente, en un cuaderno, o utilizando una hoja de cálculo de control de gastos predefinida. Es importante destacar que el control establecido aquí constituye la base para todas las decisiones financieras futuras.
2 – Economía: Además de abarcar el escenario nacional y global, el segundo pilar de la educación financiera va mucho más allá del acto de ahorrar. Estar al tanto de los intereses y la inflación se vuelve crucial para discernir las diferencias. El conocimiento en esta área contribuye a mantener el dinero generando rendimientos, mitigando los riesgos asociados a la desvalorización de la moneda.
3 – Planificación: Para aquellos que desean aprender a ahorrar y notan que están gastando en exceso, es esencial rastrear el destino de sus finanzas. Crear un cuaderno o archivo específico en la computadora, registrando cada gasto y categorizándolos (alimentación, facturas, ropa, entretenimiento, cosméticos, etc.), es un método eficaz. La planificación, por lo tanto, precede a la ejecución, evitando el agotamiento total del salario en un solo mes.
4 – Aplicaciones e Inversiones: La aplicación y el ahorro de dinero de manera provechosa son acciones cruciales para el fortalecimiento de su patrimonio. Esta actitud propicia la continuidad del rendimiento financiero, reduciendo el riesgo de desvalorización de la moneda.
5 – ¿Por qué Debo Ahorrar?: Ahorrar implica renunciar a algo en el presente para tenerlo disponible en el futuro, siendo una estrategia eficaz en la educación financiera. Aunque sea desafiante debido a la incertidumbre del futuro, ahorrar es ventajoso, incluso frente a las modestas tasas de interés de la cuenta de ahorros. La reserva financiera facilita la supervivencia en períodos de adversidad económica.
6 – Guarde Dinero para Emergencias: Es crucial poseer ahorros suficientes para enfrentar contratiempos financieros imprevistos, como enfermedades, separaciones, pérdida de empleo o incapacidad para trabajar. La falta de esta reserva de seguridad aumenta el riesgo de endeudamiento en situaciones inesperadas. Se recomienda construir estas reservas regularmente hasta alcanzar el equivalente a 3 a 6 meses de salario, asegurando una respuesta eficaz a los imprevistos más comunes.
7 – La Regla de 50-30-20: Esta regla ofrece una metodología simple para planificar finanzas y presupuestos, distribuyendo los ingresos de la siguiente manera:
- 50% para gastos fijos y esenciales.
- 30% reservados para deseos y gastos no esenciales.
- 20% destinados a pagar deudas o invertir.
Es importante destacar que esta regla es una sugerencia, sujeta a adaptaciones según la realidad de cada persona. La esencia radica en equilibrar necesidades actuales, deseos personales y seguridad financiera futura.
Conclusiones
Adoptar el hábito de ahorrar se revela altamente beneficioso. No solo proporciona una existencia más serena, sino que también confiere la capacidad de ampliar las posibilidades de acción. Aunque al principio pueda parecer paradójico, ya que ahorrar implica renunciar a ciertas indulgencias para contener gastos, la práctica constante de esta virtud y la comprensión de la educación financiera resultan en la constitución de fondos que crecen progresivamente con el tiempo.
Estos recursos adicionales, representados por el ahorro acumulado, no solo ofrecen una salvaguarda contra gastos imprevistos, sino que también permiten la adquisición de bienes que, de otra manera, no podrían obtenerse de inmediato. Así, surge la necesidad de cultivar el hábito de ahorrar desde las etapas iniciales de la vida, con el objetivo de asegurar la estabilidad financiera de manera expedita.
Es importante destacar que obtener recursos financieros no es una tarea ardua; sin embargo, la complejidad radica en la identificación criteriosa de los gastos y en el desarrollo de la habilidad para gestionarlos eficazmente. Ahorrar, en este contexto, trasciende la simple renuncia momentánea; se trata de una inversión continua en la construcción de un sólido cimiento para una vida financiera estable y próspera.